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Éxodo

In Uncategorized on 27/06/2012 at 7:13 PM

Los que no volverán

se marchan por las ventanas

y en la cola del INEM

cuentan sílabas, resuelven

operaciones matemáticas.

 

Los que no volverán saben

que esta fue la última vez,

lo asumen estoicamente

y van a dar de comer

a las palomas del parque.

 

Los que no volverán no lamentan

la equis en la casilla

de Filosofía, Arte,

Filología o Historia;

se encogen de hombros, dicen

que cumplieron su destino,

se quejan de los ministros

con voz cansada y llorosa.

 

Los que no volverán no tienen

niños de los que ocuparse,

y se sientan en las calles

a ver la vida pasar

mientras el banco ejecuta

el aval que alguien firmó

con una huella de sangre.

 

Los que no volverán callan,

pero tú sabes que están.

Foto ó trato

In Ética on 25/06/2012 at 12:14 AM

Anoche en uno de mis garitos preferidos de la ciudad coincidí casualmente con un tipo al que conocía de vista porque era amigo del hermano de un exnovio mío del que hace muchos años que no sé nada. Hasta ahí todo normal. Un encuentro fortuito y la idea «Uy, ¡mira, este!» rondando por tu mente durante unos segundos sin un peso significativo en tu memoria, sin dejarte huella alguna, sin que tu visión o percepción de tu posición en el universo se altere ni lo más mínimo por ese hecho intrascendente. Sigues bailando, pides otra cerveza en la barra, el camarero te pregunta si no prefieres que te sirva dos para aprovechar el viaje, hablas sobre una canción con tus amigos. Es un sábado genial y no hay nada que te inquiete.

Cinco minutos más tarde el individuo, del que ya ni te acordabas, empieza a observarte insistentemente. Te preguntas quién es ese. Recuerdas que es el conocido a quien habías visto antes. Ah, vale. Sus miradas cotillas, sus susurros interrogantes al oído de sus amigos y su achinar de ojos preguntándose «¿Es ella o no lo es?» empiezan a incomodarte pero decides no prestarle la menor atención.

De repente el tipo da tres pasos hacia ti con decisión, saca su iPhone del bolsillo, lo coloca a dos palmos de tu cara y te saca descaradamente, sin intento de disimulo alguno, una foto con flash que te hace quedarte ciega ahí, en mitad del local y rodeada de gente, sintiéndote como una idiota, y te indigna sobremanera. Se gira y se va tan contento y te quedas con la rabia de saber que al día siguiente, si no acaso esa misma noche, aquel exnovio al que ya ni recordabas recibirá una foto de un primer plano en picado de tu careto desencajado del susto mientras un maleducado violenta sin miramiento alguno tu derecho a la privacidad de tu imagen, a que si alguien va a hacerte una foto al menos te pida permiso y te diga qué hará con ella.

Sé que es incontrolable, inevitable, que en esta sociedad de la imagen fácil y la difusión veloz podamos aparecer en fotografías en redes sociales, páginas web y aplicaciones de smartphone cuya existencia desconocemos y donde nuestra propia presencia nos pasa desapercibida debido a que nuestra mirada jamás llegará hasta ellas. Sin embargo hoy me pregunto si, a pesar de ser legal porque la fotografía ha sido realizada en un lugar público, alguien tiene derecho a imponerte esa presencia, si de veras ese uso no autorizado de tu imagen es ético o si transgrede un derecho básico del ser humano como es la privacidad.

Si no me veo, ¿no importa? Porque ellos sí que me ven…